Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal: Microcrítica

Muy bueno: Para mí, lo mejor de la película son sus primeros cuarenta y cinco minutos. Nos encontramos con contrapicados, cenitales, panorámicas imposibles, peligros en primer y segundo plano, persecuciones, puñetazos sonoros, marcados acentos extranjeros, disertaciones sobre antiguos objetos de antiguas y desaparecidas civilizaciones, la universidad, la pajarita y las gafas de Indy, buen ritmo, buena acción, emoción, exageración, aventura en definitiva. Parece que Indy a ha vuelto.

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Bueno: Evidentemente, han pasado casi veinte años y nos encontramos en los cincuenta. Al principio se hace raro ver a Indy rodeado de flamantes coches americanos, adolescentes excitados con el R’n’R y la guerra fría como telón de fondo, pero creo que se aprovechan bien los elementos históricos y culturales y, sobre todo al principio, se adaptan a lo que se nos está contando. El nacimiento de la ciencia ficción, la amenaza atómica, la caza de brujas, el espíritu consumista, la incursión de la televisión y otros electrodomésticos en el hogar, el cine de aventuras de la época y el nacimiento de la cultura teen se ven reflejados de una u otra manera en la película. No se si esto es bueno o malo pero creo que, sobre todo al principio, no molesta.

[spoiler/ Mostrar Spoiler/ /Ocultar Spoiler/] Una de las cosas más criticadas de la película es el momento en que Indiana se esconde en una nevera para escapar de una explosión atómica que le lanza fuera de la zona de peligro para posteriormente escapar ileso. A mi me hizo gracia ya que no deja de darnos una idea de lo que debieron significar aquellos dorados años en los que las familias, en apariencia felices, sucumbían al llamado «sueño americano», cosa que no dejaba de ser una estrategia de marketing y publicidad como, por ejemplo, vender una nevera con el slogan «Es tan resistente que mantendrá frescos sus alimentos aunque se desatase una hecatombe nuclear». [/spoiler]

Regular: Me perturba un poco un cierto halo de decrepitud. Algunos faltan y otros están cansados o chochean. Casi todo el rato los personajes hablan de los cojonudos que fueron y de lo mal y diferentes que están ahora las cosas. Se echan en cara cosas de un pasado que como espectadores no conocemos y que así, dicho como que no quiere la cosa, nos suena, no solo a chino, sino a excusa, a argumento forzado o a justificación. Entra Marion Ravenwood, se me salta la lagrimilla al verla y cuando pasa un rato me doy cuenta de que si Karen Allen no hubiese aceptado y Cate Kapshaw sí, Willie Scott como personaje habría servido más o menos de lo mismo. La cosa está en que han vuelto pero no se sienten como en casa.

Mal: No dejo de preguntarme qué es lo que diferencia Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal del resto de las películas. Qué es lo que la hace diferente y qué ha pasado con su alma, con su esencia. Además de las cosas que enumeraré en el punto de más abajo, veo que no solo Indiana Jones está más mayor, nosotros también y hay algo que ni George Lucas, ni Steven Spielberg, ni Harrison Ford nos pueden dar y es la recuperación de ese espíritu jóven, ingenuo y excitable que teníamos NOSOTROS, los espectadores, cuando vimos las anteriores entregas. Han pasado casi veinte años desde La última Cruzada, es imposible que Indiana nos guste como entonces, sobre todo porque una película, por mucha autoreferencia y autoparodia que se haga, viene vacía de accesorios nostálgicos que se construyen a su alrededor a medida que pasa el tiempo. Las salas ya no son las mismas, las palomitas no saben igual y al salir del cine las luces de la calle han cambiado, no se porqué. No estamos deseando que llegue el recreo de mañana para contarles a nuestros amigos que hemos visto la nueva de Indy. Ya no relacionamos las aventuras del arqueólogo con el sabor del bocata de chorizo ni soñamos con que, a lo mejor, en el solar de detrás de nuestro bloque hay enterrado un tesoro con poderes místicos. Esta es otra realidad. Eso sí, todo esto no justifica que aquellos que lo crearon se crean con derecho a hacer tonterías con un personaje que tanto amamos por ganar un poco de pasta, por mucho que ellos digan otra cosa.

Horroroso: Con todo el dolor de mi corazón tengo que decir que en Indina Jones IV hay un buen número de cosas que se pueden enmarcar en la categoría de horroroso. Que conste que la película me divirtió pero, jo, también me tocó las narices con cosas como que escenas que más bien parecían sacadas de Jumanji o Piratas del Caribe (¡uf!). Vale que, de vez en cuando, me da igual que un personaje secundario me la sople, pero ¡¡¿que no sienta absolutamente ningún temor ni ninguna preocupación por Indiana Jones?!! Si es que además, me quedo con la sensación de que casi no habla, de que va deambulando de aquí para allá a verlas venir. No, joder, es Indiana Jones, un tipo que buscó el antídoto del veneno que le mataba entre cubitos de hielo y chinos que le disparaban, que escapó de una roca rodante por calcular mal el peso de un saquito de arena y que cargó el suelo de una iglesia convertida en biblioteca con un hierro. Nuestro Indy hace cosas, no se queda mirando con cara de bobo lo que va pasando a su alrededor.

[spoiler/ Mostrar Spoiler/ /Ocultar Spoiler/] Vale que le teme a las serpientes, ya lo sabemos, pero de ahí a que usen una para sacarlo de arenas movedizas… O que nos tenga que explicar que «tres saltos» son tres cataratas o, y esto es lo peorcísimo, ¡¡se case!! Menos mal que ese es el final porque si no me muero. [/spoiler]

En fin, que Indiana Jones ha vuelto pero raro. Esta película debería valorarse al margen de las anteriores pero, por otro lado, de eso ni hablar. Creo que con esta cuarta parte se acaban las aventuras del arqueólogo, al menos con la cara del bueno de Harry y, si he de ser sincero, me alegro un poco. Veremos si, a pesar de todo, Shia continúa la saga.

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