Ready Player One, de Ernest Cline

Portada española de Ready Player One

Ernest Cline lo ha hecho, ha escrito un libro imposible. No solo ha hecho un fan service apuntando directamente a la nostalgia de nosotros, frikis de este mundo, lo ha hecho sin vergüenza y sin paliativos. Cline ha escrito una novela en la que las referencias a los videojuegos, el cine, la ciencia ficción y la música de los 80 conviven, aunque resulte difícil de creer, en armonía. Si me hubiesen preguntado, habría sentenciado que esta historia, o más bien la pretensión que hay detrás de ella, estaba condenada al fracaso. No es fácil crear semejante coctelera de elementos sin cagarla, además de los difícil que resulta contentar a todo el mundo.

Pues, de alguna manera, Ernest Cline lo ha hecho, como digo, ha escrito un libro imposible. Y, ¿cómo ha conseguido unificar semejando crisol de géneros y temas? Sencillo, ha usado la herramienta, casi siempre infalible, de la realidad alternativa, la virtual, en este caso. Pero, a ver, un momento, a todo esto, ¿de qué va Ready Player One?

Ready Player One cuenta cómo en un futuro próximo, en un mundo sumido en el desastre provocado, intuimos, por la crisis que ahora mismo se vive, existe una alternativa para los humanos, que cansados y asqueados por la realidad huyen en un mundo virtual llamado Oasis, en el que pueden hacer y ser prácticamente lo que quieran. Ese mundo, años atrás, convertiría a su creador, un friki de pura cepa, en multimillonario y que ahora, tras su muerte deja un testamento en el que anuncia que aquel que encuentre un huevo de pascua que dejó escondido en algún lugar de Oasis, heredará su descomunal fortuna. Este es planteamiento para que un grupo de personajes se embarquen en una aventura en busca del dichoso huevo, pasando por infinidad de pruebas en las que tendrán que demostrar que son los que más saben de todo lo freak de este mundo.

Y funciona, no sé por qué, pero funciona. Y mira que, en muchas ocasiones, te das cuenta de cómo el autor las mete con calzador, de cómo hace trampas en la narración para justificar lo injustificable, de los evidentes «homenajes» en la estructura de ciertos capítulos, que dejan con un vívido déjà vu. Y luego está esa sensación constante de que el libro está escrito a toda prisa (¿para vender rápidamente los derechos a Warner?), con un estilo neutro, sin profundidad, bastante mal escrito, vamos. Pero se perdona, a pesar de los tópicos y de los trucos mal disimulados, se perdona. Por que es muy divertido. Las páginas van pasando delante de tus ojos siendo consciente de que no es la mejor novela del mundo pero puede que sí una de las más adictivas. Personalmente, la leí en formato digital lo que amplió, a golpe de «definir» la información de ciertas referencias que, aunque no lo creáis, se me escapaban.

Lo dicho, esta novela no gustará a todo el mundo, pero sí a mucha gente. De hecho, Ernest Cline ya se ha comprado un DeLorean con lo que ha ganado con ella.

2 Respuestas a “Ready Player One, de Ernest Cline

  1. A mí me recordó a cuando jugabas al rol y suplías tus carencias descriptivas con un «es una habitación como la de la película tal y cual». ¡Para qué necesitas describir, si la imagen ya está en la cabeza de todos! 🙂

    PD: ¿este blog no estaba liquidado?

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  2. ¿Lo has terminado? Cierto, lo de las descripciones no es su fuerte y mucho menos cuando se trata de momentos de acción. Se fulmina las escenas de acción en cuatro palabras.

    ¿Liquidado? Este blog es como el Ave Fénix. 😀

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